lunes, 27 de octubre de 2014

Grandes Enigmas de la Historia parte 5


41. Amelia Earhart ( una mujer de leyenda )

Cuentan que Amelia Earhart, nacida en Kansas el 24 de julio de 1897, vio un avión por primera vez cuando tenía 10 años. Pero cuentan también que el estado de dicho avión era tan lamentable que en absoluto se sintió impresionada. Fue años más tarde, en el año 1920, cuando visitó una exhibición aérea y se quedó fascinada con lo que allí pudo ver y sentir. Desde ese día ya no pudo pensar más que en volar…
Amelia era una mujer de fuerte carácter, de decisión, nada convencional teniendo en cuenta cómo se comportaban las mujeres en su época, lo limitadas que estaban por la sociedad. Además, admiraba a otras mujeres que habían realizado grandes proezas. De hecho, incluso tenía un álbum personal en el que pegaba recortes de noticias sobre heroínas que alcanzaban grandes logros en campos aún monopolizados por hombres. Y quizás en un ansia por seguir su ejemplo, en 1921 comenzó a dar clases de vuelo y antes de que finalizara el año ya se había comprado un avión para ella sola, un pequeño avión de dos plazas de color amarillo brillante al que bautizó como “Canarias“. Con este aparato estableció su primer récord: fue la primera mujer que subió hasta los 14.000 pies de altitud. Pero lo más emocionante llegó en Abril de 1928, cuando le propusieron cruzar el Atlántico como parte de un gran proyecto. No se lo pensó dos veces y aceptó. Formó entonces parte de un equipo de vuelo junto a otro piloto, Wilmer Stultz y al mecánico Louis E, y conoció en estos días a quien después sería su marido, George Putnam. Una vez todo estuvo listo, comenzaron partiendo del puerto Trepassey, en Terranova, y volaron hasta Burry Port, en Gales, tardando unas 21 horas. Cuando regresaron a EEUU ya eran considerados héroes nacionales. Desde entonces Amelia ya no se dedicó sino a volar… En 1931 se casa con George y ambos forman un equipo de calidad. Pronto surge en ellos la idea de que Amelia cruce de nuevo el Atlántico, pero esta vez en solitario. De hecho, en 1932 realizaron un intento, pero multitud de problemas fueron surgiendo y tuvieron que abortar el vuelo mientras sobrevolaba Irlanda, así que no pudo llegar a su destino, París. Aún así, recibió una condecoración de parte del Congreso de los EEUU por su valentía. Fué en 1935, concretamente el día 11 de enero, cuando logró cruzar en solitario otro océano, el Pacífico, volando desde Honolulu hasta Oakland, en California. Poco después volaría desde la México capital hasta Newark, en Nueva Jersey. Su popularidad y la admiración que despertaba era ya inmensa. En 1937 se propuso llegar más allá; se propuso ser la primera mujer que diera la vuelta al mundo en su avión. Y así comenzó su última aventura conocida… El 1 junio, y junto a su asistente en vuelo Fred Noonan, partió desde Miami. El 29 de junio ya estaban en Lae, Nueva Guinea, y el próximo destino era la casi diminuta isla Howland, situada al sureste de Honolulú. La dificultad estribaba ahora en no perderse, en seguir el camino correcto hacia esta isla para poder repostar. Amelia estaba en contacto continuo con los guardacostas, diversos buques de los EEUU se habían situado en alta mar para indicar la ruta a seguir, pero las condiciones meteorológicas no parecían acompañar. Aún así partieron. El día 2 de julio despegaron hacia la isla Howland. En principio la comunicación con el guardacostas americano Itasca sí que se produce pero luego algo falla y se interrumpe. El último mensaje que se escucha de ella es que el combustible se está agotando, que no localizan las referencias a seguir y que van volando a sólo 1000 pies de altitud. Después ya no hubo sino silencio. Una macrooperación de rescate se puso en marcha inmediatamente, pero todo fue en vano. Amelia Earhart, su compañero y su avión se perdieron sin dejar rastro alguno. El 19 de julio se canceló definitivamente la búsqueda, muy al pesar de todos aquellos que participaron en ella y de los miles de admiradores de la gran heroína. Al año siguiente se construyó en la isla Howland un faro dedicado a Amelia Earhart y, aún hoy en día, son muchos los apasionados aventureros que recorren tierra y mar buscando algún indicio que les ayude a encontrar los restos del aparato caído y a entender qué fue lo que pasó. Entre las teorías que han surgido durante estos años se encuentra la de que el Itasca no hizo bien su trabajo y Amelia perdió el rumbo, o la de que aterrizó en alguna isla deshabitada de la que ya no supo como salir por falta de combustible, o incluso la de que los japoneses la “secuestraron” en el aire y la condujeron hasta Saipan, donde después la encarcelaron. También hay quien asegura que volvió a los EEUU de incógnito para poder vivir así en el más absoluto de los anonimatos. ¿Sabremos algún día qué ocurrió en realidad con Amelia Earhart?

42. La extraña resurreccion de Joan Norkot

A mediados del siglo XIX llegó a manos del doctor Henry Sampsom la copia de un viejo manuscrito redactado doscientos años antes por un antiguo parlamentario llamado John Mainard, en donde este narraba un extraño caso judicial del cual había sido testigo y que, en apariencia, se resolvió gracias a que la víctima regresó momentáneamente a la vida para delatar a sus asesinos.
El crimen tuvo lugar en Hertfordshire (condado cercano a Londres) durante una noche de 1629. A la mañana siguiente, Joan Norkot aparecía degollada en su propia cama. Además de la víctima y su hijo pequeño, bajo el mismo techo vivían su marido, su suegra, su hermana y el marido de esta, quienes declararon que la muerte de Joan se debía a un suicidio. Sin embargo, la escena del crimen y la personalidad de la víctima no parecían apoyar esta hipótesis, por lo que el jurado solicitó al juez la realización de la “prueba del tacto”, un viejo procedimiento judicial todavía vigente en la época, el cual se basaba en la creencia de que el cuerpo de la víctima de un asesinato reaccionaría de alguna manera al contacto de su asesino. Así, treinta días después de haber sido sepultado, se exhumaba el cadáver de Joan Norkot. Las cuatro personas adultas que compartían casa con ella fueron instadas a, una por una, tocar el cuerpo. Según los testigos, este comenzó a sudar y adquirió un tono sonrosado, como si la sangre volviese a fluir por sus venas. Entonces abrió un ojo y lo volvió a cerrar, repitiendo el guiño tres veces, a la vez que les apuntaba con su dedo índice y lo volvía a retirar. Finalmente regresó a su estado anterior, dejando a todos los presentes entre estupefactos y aterrorizados. A pesar de la espectacularidad de los resultados, esta prueba no bastaba para condenar a los cuatro familiares de Joan Norkot, pero sí para abrir un juicio y sentarlos definitivamente en el banquillo de los acusados. Aunque en este primer juicio fueron absueltos, este se repitió tras la apelación del hijo de Joan, y esta vez se presentaron pruebas que descartaban definitivamente la teoría del suicidio: la cama sobre la que había sido hallado el cadáver apenas estaba revuelta, lo cual parecía indicar que el mismo había sido movido de sitio; el cuchillo estaba demasiado lejos de la cama como para que lo hubiese empuñado la propia Joan y esta tenía, además de la herida en la garganta, el cuello roto. Por último, se supo había huellas ensangrentadas de otra persona sobre su cuerpo cuando fue hallado. El posible móvil no estaba claro, pero todo parecía apuntar a los acusados como autores del crimen o, al menos, como encubridores. El marido, la suegra y la hermana de la víctima fueron declarados culpables y condenados a muerte, a pesar de sus protestas. Su cuñado fue absuelto y, finalmente, la mujer más joven se libró de la horca por estar embarazada. El doctor Sampsom publicó el caso en 1851 en la revista Gentleman’s Magazine and Historical Review. Un tabernero llamado Hunt le había proporcionado la copia del manuscrito original de Mainard, quien a pesar de seguir todo el proceso atentamente no fue testigo directo de la temporal resurrección de Joan Norkot. Su descripción del suceso se basaba en el testimonio del clérigo que debía dar fe de ella así como en el de otros testigos. Si confiamos en la cadena de transmisión de la historia (Sampsom, el tabernero Hunt, el copista o los copistas que reprodujeron el manuscrito de Mainard, el propio Mainard, el clérigo testigo del evento) debemos admitir que se trata de un hecho completamente inexplicable.

43. La Casa del “Duende de Esparto”

Uno de los primeros sucesos paranormales acontecidos en la España del siglo XX, más concretamente en Valencia, fue el que tuvo lugar en la casa del Duende de Esparto. En esta casa, llegado el mes de mayo, un fenómeno poltergeist comenzó a producirse.
Todo se centraba en una casa en la Plaza del Esparto, donde vivía la familia Colomero. Los Colomero aseguraban escuchar extraños ruidos en la vivienda a las mismas horas; por la mañana temprano, por la tarde y a altas horas de la madrugada. E incluso algunos habitantes del edificio también aseguraban escuchar el acontecimiento paranormal.
Tal fue la noticia que todo el vecindario se torno de terror y desconcierto ante los sucesos extraños de la familia de la casa. La noticia se difundió rápidamente por la ciudad y comenzaron a llegar a Valencia multitud de personas en busca de respuestas, o simplemente arrastradas por el morbo de aquellos ruidos del más allá. El 6 de Julio de 1915, un grupo de guardias civiles ordenados por el Gobernador Civil Sr. Motilla, junto con el inspector provincial Rodríguez, el jefe de policía, Oliveras, y el capitán Alicart, fueron los encargados de registrar el inmueble minuciosamente e investigar el caso. Según los informes policiales textualmente: “A las diez de la noche comenzaron los ruidos. Estos eran más perceptibles en los tabiques ligeros que en las paredes llamadas vulgarmente maestras” La búsqueda no fue como se esperaba, ya que no encontraron ninguna señal de donde podrían proceder aquellos ruidos, por lo que dieron una explicación al suceso: “He aquí la causa: Dos camas, un armario que antes no lo era, una pared mediera que divide dos casas, un tabique vibrante, o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos seguramente” Con tal respuesta se marcharon, pero los ruidos no cesaron. Todo lo contrario, estos fueron poco a poco incrementándose cada día en la casa de los Colomero. Y seguían llegando más y más curiosos a la Plaza del Esparto para poder ver o escuchar con sus propios oídos al “Duende” de la casa. Todo esto repercutió en peleas de personas que se agolpaban allí, supongo que por diferentes opiniones al respecto. Ya el “Duende del Esparto” era famoso en el lugar, y un aliciente turístico para todo aquel que pasará por Valencia. Era la portada de los diferentes periódicos españoles, y todo ello aumentaba los incidentes y los problemas a la ciudad. Un ejemplo de estos: Las Provincias: “La Casa de los Ruidos. Nueva estrategia de la fuerza pública. Un reto a los espíritus y una contestación inmediata. Las autoridades en ridículo” Levante: “La casa Misteriosa: la cosa se pone cada vez más seria. Los ruidos siguen en distintos sitios. Una inspección y dos registros sin resultados” Pueblo: “La Casa de Tócame Roque: Brujas y almas en pena. Los ruidos del nº 7. El descubrimiento de un juez. Las autoridades en ridículo. Carga brutal de la policía” Las iglesias más cercanas realizaban misas y ceremonias especiales para pedir por aquellas almas que se manifestaban en la casa o para ahuyentar a las ánimas del Purgatorio. Además, con todo el revuelo ocasionado por el supuesto poltergeist, el Ayuntamiento tomo parte y mandó al arquitecto jefe municipal, el Sr. Aymami para que se investigara más afondo las calles cercanas al lugar. El Sr. Aymami, introdujo micrófonos en diferentes tabiques donde se producían los ruidos y revisó todo el alcantarillado, aparte de diferentes puntos importantes de la estructura de la casa. Pero su búsqueda fue negativa, ya que no pudo encontrar nada para poder dar una explicación a tal suceso. Así pues, nunca se supo de donde procedían aquellos golpes (raps), y tampoco el por qué de estos. El 13 de Julio de 1915, los fenómenos desaparecieron sin dejar rastro. Y a día de hoy no se han vuelto a producir más en la casa nº 7 de la Plaza del Esparto, en Valencia.

44. El Castillo de Glamis

A Sir Patrick Lyon, tercer conde de Strathmore y propietario del castillo de Glamis, le gustaba contar una anécdota muy peculiar: Decía el conde que una noche de sábado en la que estaba jugando a las cartas con su amigo el conde de Crawford, un criado osó advertirle de que se acercaba el sabbath.

Enfadado por la interrupción, el conde Patrick respondió que seguirían jugando y que si el demonio deseaba unirse a ellos sería bien recibido. A medianoche el demonio en persona se presentó en la sala dispuesto a aceptar la invitación. Jugaron una larga partida en el transcurso de la cual los dos condes perdieron su alma, quedando condenados a pasar en aquella habitación desde el día de su muerte hasta el Juicio Final jugando a las cartas.
Esta historia siempre ponía los pelos de punta al interlocutor del conde, acrecentando su aura de jugador borracho y disoluto, y, sobre todo, la secular fama del castillo de Glamis como lugar maldito. Situado en el valle de Strathmore, en Tayside, Escocia, el castillo de Glamis pertenece a la familia Lyon desde 1372. La primera noticia de su existencia data de 1034, año en el cual el rey Malcolm II fue asesinado entre sus muros por un grupo de rebeldes. Se dice que mientras huían en medio de la noche, los asesinos se ahogaron en el cercano lago Forfar al quebrarse la superficie helada de este. Algunos afirman que es con el asesinato del rey cuando comienza la historia sobrenatural del castillo. Otros sitúan su inicio en 1372, con la llegada de la familia Lyon desde Forteviot, pues los Lyon habrían traído con ellos un cáliz acerca del cual se decía que si abandonaba alguna vez Forteviot acarrearía la desgracia sobre la familia. De ser cierto, la maldición del cáliz tardaría aún 150 años en manifestarse. En 1538 Janet Douglas, Lady Glamis por matrimonio, era injustamente condenada a morir en la hoguera, bajo la acusación de emplear artes brujeriles en contra del rey Jaime V. El castillo pasó a poder del rey, hasta que a su muerte fue devuelto a los Lyon. Aseguran que desde entonces el espectro de Lady Glamis es visto con frecuencia por sus pasillos bajo la forma de una “dama blanca” o una “dama gris”. Pero el de Lady Glamis no es el único fantasma que habita el castillo. También han sido vistos una anciana portando un fardo, un hombre de barba canosa (supuestamente un antiguo prisionero fallecido de hambre en el sótano), un paje negro con ropajes a la manera del siglo XVII, un ser flaco al cual se le llamó Jack el Corredor… Y el censo espectral no termina aquí. En una ocasión, un huésped vio aparecer una cara pálida y ojerosa al otro lado de la ventana de su habitación. El rostro desapareció como si algo tirase de él, y entonces se escucharon unos chillidos horribles. Otros huéspedes oían unos golpes en las paredes que no les dejaban dormir, y cuentan que esto le sucedió también a lady Elizabeth Bowes-Lyon (futura Reina Madre de la actual Isabel II de Inglaterra), quien pasó su infancia en el castillo. En 1957 una pobre sirviente abandonó su trabajo aterrorizada porque todas las noches escuchaba en la habitación contigua a la suya a Sir Patrick y el conde Crawford, los jugadores de cartas, arrojar unos dados, golpear el suelo con los pies y proferir terribles blasfemias. Pero apariciones aparte, el mayor misterio del castillo es el conocido como “el horror de Glamis”, un oscuro secreto familiar que cada conde ha de transmitir al próximo cabeza de familia cuando este cumple 21 años. Los rumores acerca del secreto comienzan a circular a finales del siglo XIX. Según parece, Claude Bowes-Lyon, decimotercer conde, que murió en 1904, vivió toda su vida obsesionado por este tema. Dicen que a un amigo que le preguntó por él le contestó: “Si te contara la verdadera naturaleza del secreto te postrarías de rodillas y darías gracias a Dios de que no fuera el tuyo”. Existen indicios de que el enigma está relacionado con una habitación oculta. Tras encontrarla por accidente en 1880, un obrero fue rápidamente despachado por el conde rumbo a Australia con una importante suma de dinero en el bolsillo. En los años 20 un grupo de huéspedes intentó localizar la cámara secreta, llegando a descubrir desde el exterior su ubicación aproximada, pero el decimocuarto conde de Strathmore montó en cólera al enterarse y no pudieron averiguar más. Según la principal hipótesis, el secreto consistía en el hijo deforme –si no abiertamente monstruoso– de uno de los condes, que habría vivido recluido en aquella habitación, sobreviviendo a varias generaciones. Sin embargo, esto no pasa de pura especulación, ya que el misterio continúa todavía sin ser desvelado. Estas son algunas, pues hay más, de las leyendas que se entretejen en torno al castillo de Glamis, el cual merecería con justicia el título de “Castillo más encantado de Escocia”.

45. La Bestia camina en Devonshire

Las viejas supersticiones medievales renacieron momentáneamente en Devonshire (Inglaterra) durante el invierno de 1855, cuando a la mañana del día 8 de febrero sus habitantes descubrieron un misterioso rastro sobre la nieve que atravesaba de forma ininterrumpida pueblos y campos a lo largo de un recorrido de más de 150 km.
En apariencia, eran las huellas de un animal, pero, de ser así, se trataba de un animal muy extraño. Aunque más pequeñas (10 cm de largo por 7 de ancho), tenían forma de casco de caballo y estaban dispuestas en línea, cada una 25 cm después de la anterior, como si las hubiese producido una criatura bípeda saltando a la pata coja o, más extraño todavía, un ser con una sola pierna. Sorprendentemente, bajo aquellas marcas la nieve no aparecía aplastada, sino derretida, como si se le hubiese aplicado un hierro al rojo vivo. Sin embargo, lo más particular del caso consistía en que la hilera de huellas no se detenía ante ningún obstáculo, apareciendo en lugares cerrados y de difícil acceso. Cuando se encontraba con un muro, continuaba justo al otro lado; si lo hacía con una casa, pasaba al tejado antes de seguir por el extremo opuesto. Hubo un lugar en el que atravesó un conducto de drenaje de no más de 15 cm de diámetro. Ni siquiera el río Exe, con sus 3´5 km de ancho en la desembocadura, había sido capaz de detener su avance. Pocos días después, el London Times y el Illustrated London News recogían la noticia, dando lugar a la mofa de sus escépticos lectores hacia los habitantes de Devonshire, muchos de los cuales no se atrevían a salir de sus casas tras la puesta del sol por temor a aquel ser que se había paseado por sus jardines mientras dormían. La inquietud en la zona era tal que se organizaron partidas de caza con el objetivo de encontrar y aniquilar al animal responsable de las huellas. Aunque no tuvieron ningún éxito, años después hubo quien aseguró que uno de estos grupos había seguido el rastro hasta llegar a un bosque. Antes de entrar en él, los perros que llevaban con ellos comenzaron a aullar, dando muestras de un gran nerviosismo, tras lo cual huyeron despavoridos. Los cazadores decidieron entonces regresar a sus hogares y dejar las cosas como estaban. La naturaleza de las marcas dejadas en la nieve desconcertó a zoólogos y naturalistas, que propusieron diversos animales como posibles autores. El paleontólogo Richard Owen señaló como culpables a varios tejones, mientras que otros expertos pusieron en la picota a sapos, ratas, pájaros o liebres. Un reverendo de la zona propuso la teoría de que había sido un canguro, tal vez para tranquilizar a sus feligreses, que, como la mayor parte de los habitantes de Devonshire, en el fondo pensaban que era el mismísimo Demonio quien les había hecho una visita en persona durante la noche del 7 al 8 de febrero. De todas maneras, el suceso no se repitió, con lo cual nadie (salvo su causante, fuese animal, humano o ente sobrenatural) supo nunca cómo se originaron aquellas extrañas huellas.

46. Hernán Cortés y la muerte de su esposa

Cuando Catalina Juárez salió de Granada con destino al Nuevo Mundo buscando casarse con algún hombre rico que le aportara posición económica y social, poco podía imaginar que su nombre quedaría ligado al de uno de los más grandes conquistadores españoles: Hernán Cortés. Pero aún menos hubiera creído que su final sería tan trágico y a una edad tan temprana.
Aquella noche se celebró un banquete al que asistían los más allegados del matrimonio Cortés. Bien conocido de todos era el caracter irascible y violento del conquistador, así como las continuas discusiones conyugales entre Hernán Cortés y Catalina Juárez, muchas de las cuales habían acabado en maltrato físico por parte de él. También eran bien conocidas sus infidelidades de las que incluso se vanagloriaba demostrando así su reputación de mujeriego.
Llevaba cinco años de matrimonio cuando tras la sangrienta conquista del Yucatán conoció a la que sería su más célebre amante: Malinche. Aún con su esposa, Catalina, y su amante, Malinche, a quien no se molestaba en ocultar, Hernán Cortés seguía manteniendo otras relaciones con nativas. Tras el banquete, celebrado en la casa de los Cortés en Coyoacán (México), Catalina discutió agriamente con Francisco de Solís, capitán de los soldados de Cortés, y finalmente acabó en una disputa verbal con su marido. Cuenta la Historia que Catalina le espetó ante todos: “yo os prometo que antes de muchos días haré de manera que no tenga nadie que entender con lo mío”, refiriéndose a su marido. Éste, rapidamente, le replicó también ante todos haciendo un juego de palabras: “con lo vuestro, señora, yo no quiero nada”. Aquella noche del 1 de noviembre de 1522, Catalina fue encontrada muerta en su propia cama con “los ojos abiertos y tiesos, salidos de fuera, como persona ahogada; los labios gruesos y negros y dos espumarajos en la boca, una gota de sangre en la toca sobre la frente“, según la versión dada en el juicio por su principal doncella. Junto a la cama estaban las cuentas esparcidas de un collar de perlas con el que presuntamente había sido estrangulada. Fueron varias las doncellas y otras personas que testificaron lo mismo; sin embargo, el juicio, convocado años después contra Hernán Cortés por el asesinato de su esposa adoleció de múltiples irregularidades. Hubo declaraciones incongruentes: testigo que se desdecían de sus declaraciones iniciales; tampoco hubo médico que certificase la muerte de Catalina ni la causa por la que murió. Catalina Juárez fue enterrada rapidamente por orden de su marido… y, por otro lado, estaba la posición social y económica de Hernán Cortés, así como su fuerte influencia en los altos estamentos. Era una época difícil, y aunque tampoco es que estuviera bien visto el maltrato físico, lo cierto es que tampoco estaba castigada la violencia doméstica y el pegar a una mujer era, desgraciadamente, algo harto habitual. Todo ello hizo que finalmente el caso, a base de dilaciones y retrasos, acabara cayendo en el olvido, y que Hernán Cortés pasara a la historia como uno de los más grandes conquistadores que ha tenido España.

47. Los asesinatos de Keddie y los Creepy Crawling

Los años 60/70 fueron años complicados para la juventud. Años de revueltas, de rebeldía contra la sociedad en general y contra los gobernantes en particular. Un exceso desenfrenado de drogas, de sexo, de alcohol. Fueron muchos los acontecimientos que se extendieron sobre todo en Estados Unidos y que motivaron la aparición de extraños sucesos y de una violencia cada vez más descontrolada, como el asesinato de Sharon Tate o los Keddie Murders (asesinatos de Keddie).
Charles Manson fue una de las figuras claves y más conocidas de aquel mundo devastador. Un loco, dicen unos, un genio, lo califican otros, pero a fin de cuentas, un asesino que se aprovechó de su locura y de su poder de seducción para arrastrar tras de sí a una serie de jovenes que buscaban su propia identidad y estaban perdidos. Aún en la lejanía, en el tiempo y en el espacio, su largo mano sigue actuando en muchos sitios, a través de la mano de otros como él que creen ver en Manson a un dios y en sus profecías a los resultados de un destino cierto. El creepy crawling es el nombre que se le dio a un macabro “juego” inventado por él. Manson y sus seguidores escapaban por las noches para entrar en casas seleccionadas y cambiarles los muebles de sitio sin que sus propietarios se dieran cuenta en el momento de lo ocurrido, de tal modo que cuando se despertaran y vieran la casa nada estuviera en su lugar. Es de imaginar el horror que debe sentirse saber que se ha estado durmiendo tranquilamente y cuando te levantas te das cuenta de que alguien estuvo en tu casa, o en el peor de los casos, pensar en la presencia de espíritus. Lo peor podía ocurrir en aquellos casos en que, desgraciadamente para los propietarios, éstos se despertaran y pillaran a los crawlers dentro de la casa, porque generalmente no tenían escrúpulos para acabar con ellos de la manera más sangrienta. Aún hoy el motivo exacto por el que ocurrió lo que sucedió en el asesinato de Sharon Tate no se conoce, pero lo que sí se sabe es que aquella noche comenzó como otro juego más, como otro creepy crawling que acabó desembocando en la masacre. Fue su caso más famoso en el que intervino directamente Charles Manson. Pero aún después de encerrado, ese macabro juego sigue haciéndose. Uno de los casos más conocidos y misteriosos es el ocurrido en el pueblo de Keddie, una población idílica situada en Pluma County, en California. Fue el conocido como “Keddie Murder“, o “el asesinato de Keddie“. Corría el año 1981, un 11 de abril, y la pequeña Sheila Sharp, con tan sólo 14 años, se había marchado a pasar la noche a casa de su mejor amiga. Tras divertirse y compartir casa con su amiga, a la mañana siguiente volvió a su cabaña, la nº 28 del Keddie Resort. Lo que encontró allí al entrar fue espeluznante. Al entrar descubrió en el interior, brutalmente asesinados a su madre Glenna, de 36 años, a su hermano John, de 15 y a una amiguita de éste, Dana, de 17. Aterrorizada, la pequeña buscó a su hermanita menor, Tina, que contaba sólo 13 años. No pudo encontrarla. Tina había desaparecido. Los informes policiales contaron que la familia había sido torturada durante casi 10 horas, que les pegaron con martillos y que los acuchillaron. Al ver la posición de los muebles se dieron cuenta de que algunos habían sido cambiados de sitios, y automáticamente se empezó a pensar en nuevo “creepy crawling”. Desgraciadamente, y con mucha probabilidad, los asaltantes habían sido descubiertos antes de acabar, y aquéllo desencadenó la tragedia. El resto lo hizo todo el miedo popular. Se dice que aquel pueblo, antes idílico, está maldito. Muchos de los vecinos se marcharon por miedo e incluso la cabaña nº 28 fue derribada. De Tina nunca más volvió a saberse nada a pesar de las muchas investigaciones, y el misterio continúa sin resolverse.

48. Roanoke y el misterio de la colonia perdida

El primer intento inglés de crear una colonia estable en territorio americano terminó en el más espectacular de los fracasos, dando lugar a un misterio histórico que aún hoy perdura: los 117 colonos, hombres, mujeres y niños, abandonaron el asentamiento para adentrarse en la floresta salvaje, sin que nadie sepa con certeza cuál fue su destino o qué motivó exactamente su partida.
El proyecto de establecer un asentamiento estable en el Nuevo Mundo había partido de la iniciativa privada de sir Walter Raleigh, quien tras obtener el permiso de la reina organizó y financió toda la operación. Los informes de sus exploradores le hicieron escoger como ubicación de la colonia la isla de Roanoke, de 46 km² y clima benigno, situada frente a la costa de lo que hoy es el estado de Carolina del Norte. En 1586 llegó a la isla un primer contingente colonizador compuesto por 75 veteranos que pronto hicieron un ataque preventivo contra los nativos de la isla. Al poco solicitaban al corsario Francis Drake pasaje hacia Inglaterra, atemorizados por las posibles represalias. Raleigh, al que la reina solo había concedido diez años de plazo para establecer de forma exitosa su colonia en América, se apresuró a organizar un segundo grupo, esta vez de 117 colonos e incluyendo mujeres y niños. Al frente del mismo situó al artista John White. White, que era amigo de Raleigh, había participado ya en el viaje de exploración a la zona. Esta vez embarcó en la aventura a su yerno y a propia su hija, Eleanor Dare, que estaba embarazada y daría a luz a una niña en la isla. Lo primero que el gobernador White hizo al llegar a Roanoke fue intentar reestablecer las relaciones con las tribus a las que habían agredido sus antecesores, aunque sus tentativas diplomáticas no tuvieron éxito. Como consecuencia, los colonos se sentían cada vez más inseguros, y, para empeorar las cosas, los alimentos comenzaban a escasear. Ante este panorama, White decide regresar a Londres a solicitar ayuda y víveres, y lo hace arriesgando su propia vida al cruzar el Atlántico en una época del año desfavorable para la navegación. Lamentablemente, una vez en Inglaterra se queda bloqueado por la guerra con España, sin poder volver a Roanoke a pesar de hace todo lo humanamente posible. Pasarán tres años hasta que logre desembarcar otra vez en la isla. A su regreso, encuentra las casas de sus súbditos desmontadas y el lugar vacío. No hay signos de lucha ni un sólo resto humano a la vista. Sus compatriotas no han dejado ningún mensaje, tan solo la palabra “CROATOAN” grabada sobre un poste, y algo más allá, en un árbol, una sílaba: “CRO”. Los Croatoan eran una tribu cercana que siempre se había mostrado amistosa con los ingleses. Como en el poste, junto al nombre de esta tribu, no aparece grabada una cruz maltesa, signo que según habían convenido los colonos y White antes de la partida de este significaría que habían sido atacados, el gobernador piensa que esto indica un traslado de los colonos al continente, a la capital de los Croatoan. Quiere ir a buscarlos, desea con todo su corazón volver a ver a su hija y a su pequeña nieta, pero una descomunal tormenta se aproxima, y el corsario que a duras penas ha accedido a llevarlo a Roanoke no va a esperar más. White se ve, por tanto, obligado a regresar a Inglaterra. Morirá en 1606 sin saber qué fue de su familia. Existen varias hipótesis sobre lo sucedido con los colonos de Roanoke. Según una de ellas, habrían sido aniquilados por indios hostiles. Según otra, por los españoles. Otra especula con la posibilidad de que se hubiesen cansado de esperar la ayuda de White, intentando volver a Inglaterra por sus medios y perdiéndose en el océano. Sin embargo, la teoría considerada hoy como más factible concuerda en principio con la suposición de White. Afirma que los colonos ingleses fueron acogidos generosamente por los Croatoan, y, con el paso del tiempo, asimilados por ellos. Varias tribus actuales se consideran sus descendientes, total o parcialmente. Los más identificados con esta tradición son los indios Lumbee, asentados desde hace años en el condado de Robson (Carolina del Norte). Entre los Lumbee, al menos hoy día, abundan el pelo rubio y los ojos azules, y su color de piel va desde el moreno al blanco. Entre sus apellidos se reconocen casi la mitad de los apellidos de los colonos de Roanote, y se dice además que hablan inglés y profesan la fe protestante desde época muy temprana. El Centro La Colonia Perdida para la Ciencia y la Investigación (The Lost Colony Centre for Science and Research) lleva a cabo en la actualidad un proyecto mediante el cual estudia el ADN de los posibles descendientes de los colonos perdidos.


49. El incierto final del pirata Avery

Henry Avery (o Everey), también llamado John Avery o “Long Ben”, solo necesitó un año de navegación bajo el Alegre Roger para convertirse en el pirata más célebre de su tiempo. Fue también uno de los pocos en toda la historia de la piratería que no murieron en combate o ajusticiados; tras su golpe más exitoso, desapareció hábilmente del mapa para no volver a asomar la nariz nunca más. Aunque nadie sabe qué fue de él, todas las hipótesis apuntan a que logró vivir lo suficiente como para disfrutar del botín obtenido.
Avery nace en Plymouth en torno a 1660. Gasta gran parte de su juventud trabajando para diversos barcos mercantes, largos años durante los cuales se consume poco a poco mientras ve cómo su talento se desperdicia en una vida sin expectativas. Pero la situación terminaría por cambiar: a principios de 1694 logra enrolarse como primer oficial en el Carlos II, barco de nada menos que 46 cañones bajo el mando del corsario Gibson. Las autoridades españolas habían contratado al Carlos II, aprovechando una época de paz con Inglaterra, con el objetivo de incorporarlo a la flota que protegía los galeones americanos. Así el Carlos II viaja primero a La Coruña, y después pasa al puerto de Cádiz, en donde espera órdenes de zarpar hacia el Nuevo Continente. Pero estas no dan llegado, y la tripulación se impacienta. Suenan conversaciones en voz baja; se forman corrillos que se disuelven al acercarse el capitán… Finalmente estalla el motín, a la cabeza del cual se encuentra nuestro Henry Avery, para quien por fin ha llegado su oportunidad. Y no la dejará pasar. El día termina con el capitán Gibson y sus oficiales en un diminuto chinchorro, lanzando juramentos mientras ven a su antiguo navío alejarse a todo trapo hacia mar abierto. Avery, nuevo capitán del Carlos II, ahora rebautizado como Fancy y bajo bandera pirata, pone rumbo hacia el sur, al cabo de Buena Esperanza. Cerca de Cabo Verde inaugura su actividad piratil apresando a dos barcos ingleses y otro danés que transportaban madera. Poco después, en las costas de Guinea, capturan un barco negrero, el cual se limitan a desvalijar, ya que para vender a los esclavos tendrían que navegar hasta el Caribe, y Avery tiene otros planes: pretende hacer fortuna en las costas de Arabia. Doblan el cabo de Buena Esperanza y, sin mayores contratiempos, llegan a la isla de Madagascar, en donde se les unen otros barcos piratas, entre ellos la balandra del capitán Thomas Tew, conocido como “El pirata de Rhode Island”. Avery dirige su pequeña flota hasta el cabo Guardafui, en las cercanías del cual se disponen a acechar a los barcos que incautamente entran y salen del mar Rojo. Una mañana de finales de agosto, dos barcos de importante tamaño tienen la desgracia de amanecer en las cercanías del Fancy. Se trataba del Ganj-I-Sawai, el mayor barco de la flota del Gran Mogol, y su navío escolta, los cuales conducían a elevados personajes del imperio mogol en peregrinación desde la India a La Meca. Tras rendir su escolta sin demasiado esfuerzo (aunque con la baja del capitán Tew), Avery acosa al Ganj-I-Sawai. El navío indio es mayor y está mejor armado que el suyo, pero la suerte sonríe a los piratas: uno de los cañones del Ganj-I-Sawai estalla, dañando su puente y generando una gran confusión. La siguiente andanada del Fancy, ya casi pegado en paralelo a su oponente, desarbola el palo mayor de este. Avery ordena el abordaje, a pesar de que los suyos están en inferioridad numérica. Pero no se equivoca. Tras una cruenta lucha de más de dos horas los indios se ven obligados a rendirse. El botín saqueado es enorme. El Ganj-I-Sawai transportaba en su bodega cofres y cofres de oro y joyas que tras el reparto dejan a cada pirata 1000 libras de beneficio; suficiente como para retirarse del pillaje marítimo y llevar una vida acomodada. Lo malo es que la acción ha causado un importen conflicto diplomático entre el Gran Mogol e Inglaterra, por lo que las autoridades inglesas ponen precio a la cabeza de Henry Avery y su gente. El Fancy se separa entonces de sus aliados, y aquí comienza a difuminarse la pista del capitán Avery. Parece ser que su barco regresó al Atlántico y peregrinó por distintos puertos americanos hasta que encontró uno en el cual, sobornos mediante, los piratas pudieron desembarcar. Tras adoptar nombres falsos, se dispersaron por el territorio americano. Veinticuatro de ellos intentaron regresar a Inglaterra, pero al llegar fueron descubiertos, detenidos y juzgados. Seis de estos murieron en la horca, y los demás fueron deportados a la colonia de Virginia. ¿Pero qué fue del audaz Henry Avery? Algunos afirman que, vía Irlanda, también regresó a Inglaterra, en donde al principio corrió mejor suerte que sus compañeros. Dicen que adoptó el nombre de Benjamín Bridgeman y se hizo pasar un terrateniente que había hecho fortuna en las Barbados. Poco a poco su fortuna se fue evaporando, primero porque él mismo la malgastó, y después porque unos mercaderes descubrieron su auténtica identidad y le chantajearon con denunciarlo. Finalmente murió en las calles de Londres en la más absoluta miseria, sin ni siquiera dinero para pagar su propia lápida. Pero existe otra versión más romántica sobre su destino. Según esta historia, en el Ganj-I-Sawai viajaba también una hija del Gran Mogol, y entre ella y el pirata Avery surgió el amor. Henry Avery no volvió a subir al Fancy, se quedó en Madagascar, donde se casó con esta princesa. Nunca regresaría a la civilización occidental, sino que vivió hasta el fin de sus días en alguna isla del Índico, rodeado de un lujo principesco y con la feliz compañía de su esposa. A pesar de que una de estas dos historias pueda parecer más verosímil que la otra, ambas son igualmente legendarias. Puede el lector, por tanto, quedarse con el final que más le guste.

50. El misterio de la fuga de Alcatraz

Para el FBI, una de las pruebas más concluyente de que los hermanos John y Clarence Anglin lograron escapar con vida y no perecieron en las frígidas aguas que rodean a la prisión de Alcatraz fue el hecho de que la madre de estos recibió cada año hasta su muerte un ramo de flores –sin tarjeta- por su cumpleaños. La otra es aquella que especula con que los hermanos asistieron al funeral de la madre en 1973 disfrazados de mujeres pese a la fuerte presencia de agentes del FBI que los esperaba.

La noche del 11 de junio de 1962, cuatro presos tenían programada su fuga de ‘La Roca’, como era conocida desde su apertura en 1933 la inexpugnable prisión federal situada sobre un peñasco frente a la bahía de San Francisco (norte de California) y que echó el cierre en 1963. Alcatraz estaba considerada como una prisión de alta seguridad debido a su situación geográfica y fue el hogar forzado de aquellos que eran considerados “individuos irrecuperables para la sociedad” y gángsters famosos, como Al Capone.
Tras meses de planificación y excavar túneles con cucharas que les permitieran llegar al punto débil del penal -uno de los ventiladores que estaban en el tejado-, sólo tres de esos cuatro hombres lograron darse a la fuga: los hermanos Anglin y Frank Morris, quien se cree que fue el cerebro del virtuoso plan, todos ellos convictos confesos por robar bancos. El cuarto recluso, Allen West, permaneció en su celda sin que se hayan conocido nunca bien los motivos: el pánico o problemas logísticos que le impidieron llegar hasta el tejado de la cárcel. La información que en los años siguientes proporcionó West al FBI fue básica para conocer el plan de los fugados. A lo largo de la historia de la prisión se produjeron 14 intentos de fuga que involucraron a 36 personas; solo las tres mencionadas antes siguen en paradero desconocido. Veintitrés reos fueron detenidos de nuevo; seis murieron por disparo de bala durante la fuga y cuatro ahogados. Cuando la mañana del 12 de junio de 1962 se efectuó el rutinario recuento de presos, sobre las camas de los tres hombres reposaban sendas cabezas fabricadas con papel y pelo de la peluquería que daban la impresión de que los reos fugados seguían durmiendo. De estar vivos, John Anglin tendría hoy 82 años; su hermano Clarence 81; y Frank Morris 85. “Tenemos que trabajar bajo el supuesto de que lograron escapar”, ha asegurado esta semana Michael Dyke, Marshal de Estados Unidos, a la agencia Associated Press con motivo del 50 aniversario de la fuga. El servicio de Marshals tomó el control de la investigación –que sigue abierta- después de que se la cediese el FBI en 1978. “Si los fugados no son detenidos, se entregan o se prueba que están muertos, la investigación sigue activa hasta que cumplan 99 años, cuando expiren las órdenes de búsqueda y captura”, dice Dyke. Los historiadores y parte de las autoridades de entonces supusieron que los hombres perecieron en las frías aguas de la Bahía, a pesar de que habían fabricado una especie de balsa con más de 50 gabardinas de la prisión de la época de la Segunda Guerra Mundial. Pero ningún cuerpo fue encontrado. Además, las estadísticas dicen que dos de cada tres cuerpos que perecen en la Bahía salen a flote, lo que refuerza la tesis de que al menos uno de los presos logró llegar a tierra sano y salvo. La familia de los Anglin cree que John y Clarence consiguieron huir hasta Brasil y han pasado el resto de sus días en Sudamérica. Alcatraz fue polémica desde su apertura. Su vulnerabilidad –cuando se la definía como inexpugnable- y el hecho de que la sal del mar corroía sus estructuras metálicas e incluso los propios cimientos –una reconstrucción hubiera sido costosísima- llevó al fiscal general de entonces, Robert Kennedy, a tomar la decisión de cerrar el penal en 1963. El cine se ha encargado de alimentar la leyenda de Alcatraz con películas más o menos fieles a los hechos. Sin duda, Fuga de Alcatraz, dirigida por Don Siegel y con Clint Eastwood en el papel de Morris, es la mejor prueba de las primeras. El último preso en abandonar el penal fue Frank Watherman. Lo hizo el 21 de marzo de 1963 y declaró su satisfacción por el cierre: “Alcatraz nunca hizo ningún bien a nadie"..

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