31. El Prisionero de la Máscara
“Cae el 14 de Julio de 1789 en París y con él la fortaleza conocida como la Bastilla. Los rebeldes entran por los pasillos de la prisión. Corren ansiosos, gritando exaltados, eufóricos. Liberan a su paso a los pocos prisioneros que, en esos momentos, allí se encuentran.
Pero en una de las lúgubres mazmorras encuentran un esqueleto encadenado. Cubre su calavera una grotesca máscara de hierro. Durante un eterno segundo, la euforia de sus caras se convierte en horror y el silencio invade la estancia…”
Este trágico final del cautivo desconocido es producto de la rumorología popular. Sus restos corrieron una suerte distinta según consta en los pocos documentos encontrados. Pero vayamos por partes y comencemos con su historia:
Corría el año 1698. Bènigne D’Auvergne de Saint Mars, nuevo alcaide destinado a la Bastilla, llega, sobre las tres de la tarde del 18 de septiembre, a la parisina prisión, trayendo a un prisionero que cubre su cara con una máscara de terciopelo negro, (según parece, no era de hierro). Al pasar por el registro de entrada, misteriosamente no se toma nota de su nombre. Este hombre enmascarado, que había estado ya en otras cárceles de alta seguridad, había pasado encarcelado los últimos 29 años de su vida, y siempre bajo la estricta vigilancia de Saint Mars.
Nunca nadie vio el rostro oculto bajo la máscara. Al preso no se le permitió tomar contacto con otros prisioneros. Vivía bajo amenaza de muerte si osaba hablar de algo que no fuera sus necesidades físicas. No tenía, por supuesto, ningún tipo de contacto con el mundo exterior.
Cinco años después, el hombre sin rostro y sin nombre cayó enfermo. El 19 de noviembre de 1703, a las 10 de la noche, por fin su alma se liberó de las mortales cadenas. Entonces se quiso borrar toda huella de su paso por la Bastilla y se quemó todo aquello que utilizó durante tan solitarios años. Fue enterrado en el cementerio de San Pablo. En registro parroquial se le puso por nombre M. de Marchiel. Se le suponían unos 45 años…
Varias son las teorías sobre quien era el misterioso caballero a quien se ocultó de manera tan cruel. Dicen que entre los pocos que conocían quien era realmente estaba el propio Rey Luis XIV, el Rey Sol, que poseía el poder de arrestar y encarcelar a voluntad y así lo había puesto en práctica.
Una de las teorías afirma que bajo la máscara de terciopelo negro podría estar un hermano bastardo de este rey absolutista, fruto de los amoríos de su madre, Ana de Austria, con el poderoso cardenal Mazarino. Otra habla de que, en realidad, era su hermano gemelo. Esto parece confirmarlo el famosos cardenal Richelieu en una de sus obras, en la que habla de que Ana de Austria tuvo dos hijos el mismo día pero con muchas horas de diferencia, siendo el primero alabado como futuro rey y el segundo escondido en el mas oscuro de los secretos.
En aquellos días, y según la ley, era considerado mayor el segundo de los hijos que nacía en un parto gemelar. Como el alumbramiento se demoró demasiado, cuando el segundo nació ya el primero había sido nombrado rey. Para evitar posibles problemas, a la reina se le dijo que su segundo varón había muerto, y éste fue desterrado a una vida humilde.
Pero ocurrió lo inevitable: al crecer su parecido con el Rey de Francia fue cada vez mayor. Decidieron entonces enviar a Eustache Dauger, que así se llamaba, a Inglaterra donde Enriqueta María, esposa de Carlos I y tía de su padre, le ofreció esta vez una esmerada educación.
Al conocer su procedencia, Eustache quiso reclamar el trono y se puso manos a la obra. Con ya 31 años y con la ayuda de un francés llamado Roux de Marsily, que trabajaba secretamente contra Francia, se propuso ocupar el lugar que por ley le correspondía.
Pero la suerte no estaba de su parte. Roux de Marsily fue detenido y torturado hasta la muerte, y antes de expirar confesó la verdad sobre su acompañante. Fue entonces cuando fue apresado y comenzó su peregrinación, siempre con su máscara de negro terciopelo, por distintas cárceles hasta terminar en la Bastilla.
Aunque tampoco esta versión puede demostrarse con documentos históricos, es una de las que más aceptadas sobre quien era el misterioso hombre de la máscara.
32. El misterio del pozo del tesoro en la isla Oak
Isla de Oak, en Nueva Escocia, Canadá… Corría el año 1795 cuando un muchacho de unos 16 años llamado Daniel McGinnis, que se hallaba en medio de sus vacaciones estivales, llegó remando hasta la solitaria Isla de Oak para pasear por ella. Y eso hizo, pero mientras guiaba sus pasos entre los robles que dan nombre a la isla observó bajo una rama cortada, de la que colgaba una vieja polea, que la tierra había sido removida y, con su joven imaginación exultante llena de historias de tesoros ocultos, dejó la isla para ir a buscar la ayuda de sus amigos en la búsqueda de respuestas.
Y así lo hicieron. Los tres amigos llegaron y excavaron… y pronto pudieron confirmar que efectivamente allí había excavado alguien con anterioridad y, además, había intentado que nadie más pudiera hacerlo. A poco más de medio metro de profundidad encontraron piedras que habían sido puestas allí como tapadera, y tanto a los 3 metros como a los 6 placas fabricadas con madera de roble. Pero llegó el momento en que comprendieron que ya no podían continuar, así que optaron por dejar marcado el lugar y se marcharon.
Y desde entonces son muchos los que han intentado encontrar el supuesto tesoro, o por lo menos descubrir cual es el misterio que se oculta bajo tantos metros de tierra, piedra y madera. Nada se sabe aún al respecto. Sigue asombrando al mundo cómo alguien hace más de 200 años pudo construir un pozo que ha sido capaz de resistir todo tipo de excavaciones e investigaciones sin llegar a desvelar el misterio que esconde.
Expediciones posteriores, como la que llevó consigo Simeon Lynds, descubrieron más tablas de madera cada 3 metros y planchas de fibra de coco. Pero la gran sorpresa se produjo cuando alcanzaron entre los 27 y los 30 metros de profundidad, donde una losa fabricada en pórfido, material que utilizaban desde tiempos inmemoriales civilizaciones como la egipcia o la romana. Esta losa, en cuya superficie podían verse caracteres extraños, les paró el paso. Según cuentan, (esta tabla se perdió hace ya mucho tiempo), lo que ponía podía traducirse como: “40 pies más abajo hay enterrados 2 millones de libras“.
Pero ocurrió que por debajo de esta losa el agua comenzó a fluir y, aunque intentaron achicarla, nada pudieron hacer teniendo que abandonar finalmente la excavación.
Esquema de las distintas capas que se han ido encontrando
Años más tarde, en 1.849, los dos muchachos que ayudaron a Daniel McGinnis, colaboraron con la Sociedad Truro para resolver al fin el misterio de esta Isla. El encargado de dirigir toda la operación se llamaba Joham B. McCully y fue él quien descubrió el porqué el agua subía sin control por el pozo y cómo dirigirla hacia otro lado. Ahora bien, poco le duró el invento, pues el dique se vino abajo con el continuo empuje de las mareas altas. Una vez más el guardián del tesoro parecía hacer de las suyas y cumplir bien con su cometido. Ahora bien, esta expedición sí que logró encontrar una posible cámara en la que estaría guardado el tesoro, lo que no llegaron a acceder a ella. En el año 1861 se volvió a intentar, pero tampoco esta vez una forma de evitar que el agua y el barro lo destrozara todo impidiendo el paso.
Diversas son las teorías que se han lanzado sobre el origen de este pozo. Se habla de los Caballeros Templarios, se comenta que si Sir Francis Drake o que si el Capitán Kidd, incluso se dice que pueden ser las joyas de la Corona Francesa que desaparecieron en 1791, pero lo cierto es que aún no ha podido ni confirmarse ninguna de ellas, ni encontrar el supuesto tesoro que esconde. Hoy en día es propiedad privada y sus actuales dueños siguen buscando el tesoro.
33. La Sala de Ambar ( Un Misterio Imperial )
Cuando Catalina entró en la Sala de Ámbar quedó maravillada ante semejante belleza. Desde que la viera por primera vez en San Petersburgo había quedado prendada de ella y había deseado trasladarla completamente a su palacio en Tsarskoye Selo. Setenta y seis soldados había necesitado para trasladarla a cuestas, panel a panel, durante seis días. Y aún así, no habían sido suficientes como para cubrir toda la sala, por lo que los huecos en las paredes los habían rellenado con otros mosaicos y con espejo. Además, los bajos de la Sala los habían tenido que pintar en el mismo color miel. Pero ahora, al fin, aquélla era su maravilla. La que todos considerarían desde entonces como la “Octava Maravilla del Mundo“.
Allí, frente a esa Sala, pude revivir su misteriosa historia, la que la llevó a ser trasladada por primera vez desde Charlottenburg en Berlín, hasta San Petersburgo, a la residencia imperial del zar Pedro el Grande, en el año 1717, como regalo del emperador alemán Federico Guillermo I de Prusia.
En San Petersburgo fue instalada la Sala de Ámbar en el Palacio de Invierno, pero años después fue la Emperatriz Elisabeth quien la mandó llevar hasta el Palacio de Catalina en Tsarskoye Selo en el año 1755. Fue dos años después cuando la zarina Catalina mandó instalar cuatro mosaicos traidos especialmente de Florencia para completar el trabajo, y encargó la obra al maestro Rastrelli. Allí se acopló, entre otros muebles, una cómoda que había sido realizada por unos ebanistas de Berlín en el año 1711.
Curiosamente, casi 250 años después de que se instalara aquella Sala de Ámbar en el Palacio de Catalina, lo único que se conserva es esa cómoda, que apareció en 1997 en un almacén, abandonada, del Museo de Artes Aplicadas de Berlín, y uno de los mosaicos florentinos, el llamado de “los sentidos del tacto y el olfato“, que un tal Achtermann intentó vender en ese mismo año por cinco millones de marcos, tras haberla encontrado en el desván de su casa.
Pero, ¿cómo desapareció? ¿qué ocurrió con aquella maravilla imperial de ámbar y qué se ha hecho de ella?…
… lo cierto es que durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes, ávidos de recopilar obras de arte por todo el mundo, saquearon el Palacio de Catalina cuando llegaron hasta la ciudad rusa. Y una de las habitaciones desmanteladas totalmente fue, precisamente, el famoso Salón de Ámbar. Corría el año 1941 cuando los soldados de la Werhmacht se llevaron todos aquellos paneles dorados hasta el castillo de Königsberg. Sin embargo, no sería ese su último traslado, pues cuatro años después, a punto de caer ya el régimen nazi, el Salón de Ámbar fue nuevamente trasladado a un sitio desconocido.
Fue la última pista que se tuvo de aquella maravilla coral. Desde ese preciso momento, comenzaron a surgir las leyendas que han dado vida a este misterio; se han contado todo tipo de historias, pero quizás la más fundada fuera la de que aquellos paneles acabaron en una mina perdida cercana al Báltico, donde quizás se quemaron. Las teorías se fueron haciendo cada vez más fuertes, y no hace mucho, Peter Haustein, un enamorado de la Arqueología, además de Diputado alemán y al mismo tiempo estudioso y buscador durante diez años de la Sala de Ámbar, encontró y descifró unos documentos de un oficial de la antigua Luftwaffe alemana, ya fallecido.
Según estos documentos, bajo una mina abandonada cerca de la frontera con la República Checa, en Deutschneudorf, habría escondido un gran tesoro de obras y joyas valiosas, expoliados por los nazis durante los años de la Guerra, y entre ellos, podría estar el famoso Salón de Ambar. Sin embargo, y como la historia no podía acabar siendo desvelada tan fácilmente, comenzó a extenderse el rumor de que aquel pasadizo minero podría estar cargado de bombas y trampas… y así, en febrero pasado comenzaron las excavaciones para sacar a la luz aquel famoso tesoro oculto…
Mientras tanto, como buenos turistas, de lo más que podemos disfrutar ahora mismo, aparte de aquella cómoda y aquel mosaico recuperado (que por cierto había sido robado por el padre del chico que intentó venderlo cuando era soldado nazi), es de una reconstrucción idéntica a la original, hecha con el mismo material y emplazada en el mismo lugar que estaba la famosa Sala de Ámbar. Seis toneladas de ámbar y veinticuatro años de trabajo fueron necesarios para inaugurar en mayo de 2003 esta fantástica maravilla.
Ahora que aquel misterio se ha hecho un poco más famoso gracias al libro de Matilde Asensi, “El Salón de Ambar”, quien sabe si nos encontraremos a poco tiempo de volver a encontrar una de las grandes maravillas artísticas del mundo.
34. La Muerte de Napoleón Bonaparte (¿Asesinato o Muerte Natural?)
5 de mayo de 1821. Isla de Santa Elena. Napoleón Bonaparte fallece a los 51 años de edad. Pero… ¿fue su muerte, natural? ¿o se trató de un asesinato bien organizado para darle una muerte lenta que pasara desapercibida a los ojos del mundo? ¿el arsénico que se ha descubierto en el análisis de sus restos fue suministrado por alguien o se lo tomó como medio para superar su depresión final?
Cada vez se están reuniendo más pruebas de que Napoleón fue, efectivamente, asesinado. La primera de ellas, fue la extraída de un mechón de cabellos del emperador, con el que el Laboratorio Forense del FBI en Washington y el Laboratorio de Investigación Nuclear de Londres han confirmado la presencia de restos de arsénico. Gracias al Departamento de Medicina Forense de Glasgow, además, se pudo determinar la proporción progresiva en que el arsénico entró en su cuerpo durante el mes anterior a su muerte.
Sin embargo, esa gran cantidad de arsénico en su cuerpo no indica a ciencia cierta que alguien se lo suministrara sin su consentimiento, pues en aquella época se usaba también, en pequeñas cantidades, como droga que daba una sensación irreal de superioridad y fuerza. En medicina, además, se tomaba arsénico contra los vómitos, contra el estreñimiento y contra la depresión.
No obstante, el propio Napoleón, en ninguno de sus escritos, hizo referencia a que tomara nada, y además, era público su rechazo a las drogas de la época. Incluso en el diario de de Louis de Marchand, su ayudante de cámara, se puedo leer que el 3 de mayo de 1821 se le administraron sin su conocimiento o aprobación diez gramos de colomel. Lo normal en la medicina de aquélla época era suministrar una dosis de un gramo, o, como mucho, dos gramos en casos extremos.
También se ha antojado misterioso una petición expresa de Bonaparte en el que le indicaba a su médico que “luego de mi muerte, que presiento no muy lejana, quiero que abra mi cuerpo… Le recomiendo que lo observe todo cuidadosamente durante su examen”.
Partiendo, por lo tanto, de la base de que efectivamente Napoleón tenía arsénico en su cuerpo, y de que es improbable que lo tomara por su cuenta, lo que ha disparado el misterio de su muerte, es si detrás de todo, hubo una trama intencionada con el fin de deshacerse de él. Y es que muchos eran los interesados en que Napoleón no se recuperara.
La isla de Santa Elena se encuentra situada en el Atlántico Sur, a 1.930 km. de las costas africanas y a 3.500 de las costas de Brasil, en un lugar perdido e inhóspito. Una verdadera cárcel para un incómodo huésped. Una isla que vive permanentemente envuelta en la neblina; triste, desolada. Allí fue enviado el Emperador, y recluido, junto con todo su séquito. Permanentemente vigilado por un oficial inglés, Hudson Lowe, el emperador se sentía aislado, depresivo, y con continuos accesos de cólera.
Según los diarios de algunos que le acompañaban, poco a poco Bonaparte fue cayendo en la tristeza. El ambiente de la isla era tenso; por un lado, el oficial inglés, era implacable y duro; por el otro, su séquito que se había visto abocado a vivir desterrado allí por culpa de su señor. Sus mejores amigos lo fueron abandonando poco a poco. Los informes médicos señalaban el progresivo deterioro de su salud. Empezaron a aquejarle enfermedades como el cólera, o la hepatitis. Incluso alguno recomendó que lo sacaran de aquel ambiente inhóspito e insalubre, como hizo el médico irlandés O’Meary.
Napoleón estuvo incluso meses sin médico alguno que lo visitara y lo cuidara. Sin embargo, todos aquellos informes médicos eran alterados o se perdían, e incluso, uno de los médicos que lo trató, John Stokoe, fue llevado a un consejo de guerra por haberle diagnosticado una hepatitis crónica. Entre terribles dolores que él mismo contaba en sus cartas… “un cuchillo clavado que alguien se complace en remover”… Napoleón fue acercándose a su fin.
La autopsia que se practicó al cadáver, por el galeno Antommarchi (su último médico) se decantó como motivo de la muerte por un cáncer de estómago. Curiosamente, lo primero que debería observarse es que por un cáncer de este calibre, la persona que lo padece termina en un estado de absoluta delgadez, y Napoleón murió muy gordo, casi hinchado.
Resumiendo, Napoleón murió enfermo, no sólo por el ambiente de la isla a la que llegó, ni por su tristeza ni su soledad. Alguien administró arsénico al emperador, y una dosis final que posiblemente fue la que provocó aquel acceso final. La mezcla de calomel que le suministraron, junto con almendras amargas (sabor del arsénico) eran un cóctel letal muy conocido en aquella época. Además, el tártaro emético que le dieron para los vómitos, casualmente, contribuía a esconder el sabor y el olor de almendras amargas.
Los primeros responsables fueron sus médicos que, si es que no participaron, fueron incapaces de encontrar la razón de su enfermedad. Tampoco su séquito podía dejar de ser sospechoso, no sólo por le trato tiránico de Bonaparte, sino por haberse visto abocados a vivir en la isla, y por las ganas que seguramente todos tenían a volver a Francia, cosa que ocurriría en cuanto Napoleón muriera. Algunos, incluso, fueron beneficiados por el testamento de Bonaparte. y si esos son motivos más que suficientes, también lo son los políticos, pues la monarquía francesa no quería dejar la posibilidad de que algún día Napoleón Bonaparte pudiera volver al poder. Igualmente, la Corona británica estaba muy interesada en la muerte del Emperador, pues su mantenimiento en la isla les costaba ocho millones de libras anuales.
Y como sospechosos materiales, siempre quedarán para la Historia, aquéllos que estuvieron en la isla junto a Napoleón desde su llegada a Santa Elena y estuvieron con él hasta el final, pues el arsénico debió administrarse lentamente y en sus comidas habituales: el general Montholon, el mariscal Bertrand, su ayuda de cámara Marchand…
Pero Bartrand en los últimos años iba y venía al lugar de residencia del Emperador, por lo que sus posibilidades eran menores; Marchand, por contar, se le consideraba un amigo fiel, e incluso su madre trabajaba para la emperatriz María Luisa, por lo que difícilmente se atrevería a hacer algo en contra de Bonaparte… queda Montholon, general, gracias al rey Luis XVIII (uno de los principales interesados en que Napoleón despareciera y así asegurarse la Corona); los celos por las relaciones de su esposa con Bonaparte (del que incluso nació una hija a la que llamaban “la Bonaparte” porque se pensaba que era hija del Emperador y no de Montholon, sus deudas y la fortuna que recibiría del testamento del Emperador…
35. Las misteriosas luces de Marfa en Texas
Las luces misteriosas son visibles durante las noches claras, cerca de Marfa, en el estado norteamericano de Texas. Hubo miedo y superstición en el pasado. Hoy en día, esas luces siguen siendo un enigma para la ciencia, amén de un importante enclave turístico.
Robert Reed Ellison fue el primero en informar acerca de estas luces en 1883. En un primer momento pensó que podían ser fogatas de los indios apaches, pero más tarde, los investigadores precisaban que, durante el día, no se lograban encontrar restos de cenizas u otros elementos de pruebas de que fueran fuegos los que provocaban aquellas luces.
Una vecina de la zona, la señora Giddens, contaba cómo en una ocasión su padre se perdió en una ventisca. Las luces aparecieron y hablaron con él, informándole de que iba en dirección equivocada. Las luces lo guiaron hasta una cueva, y una gran bola de luz permaneció con él hasta la mañana siguiente, cuando por fin pudo encontrar el camino a casa.
Las leyendas que corren entre los habitantes del lugar hablan de que las luces representan a los colonos que fundaron estas tierras, o bien señales de los mineros que buscaban oro en este lugar. Incluso llegaron a pensar que era Pancho Villa y sus hombres que se desplazaban por las montañas.
Otras leyendas son las que cuentan los indios americanos. Para ellos, las luces son guerreros vengativos que tratan de atraer a los soldados a alguna trampa o una tribu en busca de su jefe. Para otros representan a un antiguo jefe apache que guarda así aquellas historias para que nadie pueda robarle el oro que esconden.
Las luces son de color blanco, amarillo y naranja. La ciencia ha podido demostrar que las luces existen en realidad, pero aún no ha podido precisar ni lo que son ni de dónde proceden. Algunos creen que es un resplandor de algo, pero los científicos tampoco pueden precisar a este respecto qué refleja o cómo puede hacerlo.
La única razón que se ha podido postular con más fuerza es que las luces se tratan de gases que emiten los pantanos cercanos. Por la noche, el gas de las aguas estancadas puede provocar estos reflejos en el cielo. Aún así sigue siendo una teoría de poco peso.
Otras explicaciones razonables son las que indican que las luces pueden ser causadas por hechos similares a los que producen los espejismos, provocadas por las condiciones atmosféricas cuando el frío y el aire caliente crean un efecto visible al doblar la luz.
Lo que sí sabe la ciencia, y no nos cabe duda de ello, es que no se sabe qué nos quieren decir aquellas luces… ni porqué están ahí.
36. Los accidentes de la “carretera de los huesos” en Siberia
Se dice que cada metro de construcción de la carretera costó una vida. Se cuenta que con las temperaturas existentes en la zona, una persona, perdida en esos parajes, apenas aguanta 8 horas sin congelarse. Dice la historia que cientos o miles de personas fueron obligados a realizar trabajos forzosos para construir esa carretera transiberiana, la conocida como “Carretera de los huesos“, aquella donde los que se opusieron a Stalin lo pagaron con su vida siendo enterrados bajo su asfalto.
Y cuenta la leyenda que las almas de muchos de ellos vagan por allí. Durante un tramo de casi 30 kilómetros de esa carretera la cantidad de accidentes es altísima. Cuando los conductores afectados han sido preguntados por las causas que lo motivaron, ninguno hasta ahora ha recordado el motivo. Como consecuencia, los amantes de las leyendas, de los misterios se han lanzado a proclamar sus teorías fantasmales, aunque la que más científica de todas es aquélla que dice que los causantes tanto de lso accidentes como de los olvidos son unas filtraciones de un determinado gas…
Lo cierto es que en esa carretera, tan representativa de la barbarie humana y del genocidio, confluyen todos los ingredientes para pensar en hechos oscuros
37. El misterio del Hombre Polilla
El aspecto físico que se le atribuye a esta hipotética criatura, es la de un humanoide de más de 2 m de altura, con grandes alas que se repliegan, cubierto de pelo gris oscuro, con grandes garras en las patas, sin cabeza y con dos grandes ojos rojos y luminosos a los que se atribuyen facultades hipnóticas...Los primeros relatos reportados por testigos que aseguraron verlo se obtuvieron en el año 1966. Se dice que Mothman fue observado por primera vez en Point Pleasant (Virginia Occidental).
En la noche del 14 al 15 de noviembre, dos matrimonios paseaban en automóvil cerca del sector conocido como "área TNT", una zona de antiguos depósitos militares de explosivos usados durante la segunda guerra mundial. Observaron al lado del camino una criatura de unos 2 m de altura, con dos alas plegadas a la espalda y que les miraba con dos brillantes ojos de color rojizo. El conductor aseguró haberse dirigido hacia la carretera principal y los ocupantes aterrorizados habrían sido seguidos hasta la misma entrada del pueblo. Los supuestos testigos, así mismo, afirmaron haber oído un agudo grito proveniente de la criatura; luego después de su declaración a la policía, se ordenó una exhaustiva búsqueda en el "área TNT", sin aparecer ningún indicio de la evidencia de dicha criatura. El día 16, también en las inmediaciones del antiguo depósito militar, otro supuesto testigo aseguró haber visto al monstruo: "Lo vi entre las sombras, era como si se hubiese estado arrastrando en el piso y lentamente fue poniéndose de pie, de color gris y mucho más alto que un hombre, con dos terribles ojos rojos". También esta persona le atribuyó poderes hipnóticos a la mirada de ese par de ojos rojos de la supuesta bestia.
La noticia no tardó en difundirse y rápidamente Point Pleasant se convirtió en el foco de atención de muchos "caza-monstruos", que armados recorrieron una y otra vez los sitios señalados por los testigos sin encontrar absolutamente ningún indicio.
El 25 de noviembre, en un campo de cultivos, otro supuesto testigo volvió a ver la criatura, a las 7:15 de la mañana cuando se dirigía a su trabajo, una figura humana de color grisáceo, elevándose verticalmente desde el suelo y abalanzándose contra el auto. Se dice que la víctima aterrorizada aceleró, pero la bestia lo estuvo siguiendo, dando vueltas sobre el vehículo como si estuviera jugando, durante varios kilómetros.
Igualmente se dice que pilotos pertenecientes a la base militar cercana de Galípolis, el día 4 de diciembre también observaron al monstruo maniobrando y planeando sobre el río, y que pudieron calcular que iba a unos 100 m de altura y a casi 100 km por hora. Posteriormente le seguieron con sus aviones con la intención de fotografiarle, pero se dice que no pudieron ya que el ser desapareció en uno de sus movimientos cerca de un espeso bosque.
38. Apariciones Marianas en Medjugorje, Bosnia
Medjugorje, en Bosnia, se ha convertido últimamente en uno de los grandes lugares de peregrinación en Europa. Y todo ello debido a las sorprendentes apariciones marianas que se produjeron aquí. El día del solsticio de verano de 1981 seis niños vieron la figura de una mujer flotando en la pequeña colina de este pueblo ex yugoslavo. La mujer llevaba en brazos un bebé recién nacido.
Los niños huyeron del miedo, pero al día siguiente, 25 de junio, la mujer apareció de nuevo en el mismo lugar, esta vez sola. Los niños, de manera cauta, se acercaron a la imagen y comenzaron a hablar con ella. Hoy en día el contenido de aquella conversación no se conoce. La imagen, como habréis podido ya imaginar, se trataba de la Virgen María. Llevaba un vestido de color gris claro con un velo blanco. Tenía los ojos azules y una corona de doce puntas terminadas en estrellas.
Un día más tarde la Virgen María se apareció de nuevo, pero sólo a uno de los niños, y le dijo estas palabras en yugoslavo: “Mir… mir… mir…”, que significa “la paz”. Exactamente diez años más tarde, el 26 de junio de 1991, estalló la guerra en Yugoslavia. ¿Mera coincidencia?…
La guerra devastaba un lugar y otro de Yugoslavia, pero Medjugorje poseía una extraña suerte que la libraba de todas las atrocidades. Ni siquiera se disparó en ella una sola bala. Mientras tanto, con el telón de fondo de la guerra, las extrañas circunstancias de esta pequeña población comenzaron a llegar a todas las partes del mundo.
Misteriosas imágenes y otros fenómenos milagrosos se sucedieron en Medjugorje. En más de una ocasión se han podido observar fotografías hechas en la ciudad o en sus alrededores, y, al ser reveladas más tarde, aparecía en ellas la imagen de la Virgen María. En muchos casos se ha podido comprobar que eran falsas, pero en otras ha sido imposible dar una explicación.
Desde entonces, numerosas personas de Medjugorje han hablado de recuperaciones y curaciones milagrosas. Los enfermos que sanaban eran examinados médicamente, y en la mayoría de los casos no se ha podido dar una explicación científica ni médica.
No sabremos nunca con exactitud qué es lo que ocurrió en las colinas de Medjugorje aquella tarde de junio de 1981. Lo que sí está claro, y está comprobado históricamente, es que la ciudad no sufrió en ningún momento la devastación que asoló Yugoslavia en la década de los ‘90.
Sorprendente o no, algo o alguien hizo que Medjugorge no viera siquiera en sus calles ni una sola muestra de peligro.
39. El Misterio de la Isla Flannan
Corría el año 1900 cuando tuvo lugar el misterioso suceso que a continuación os vamos a relatar. Situémonos primero…Todo ocurre en las islas escocesas de Flannan, (siete islotes situados cerca de las islas Hébridas), el día 26 de diciembre de ese año. El Hesperus, barco de suministro que hacía su ronda habitual, retrasada unos días a causa del mal tiempo, llega ante el faro de la pequeña isla de Eilean Mor y atraca. El faro, de casi 24 metros de altura y que sólo llevaba un año en funcionamiento, siempre lo recibía con la bandera izada agradeciendo así su llegada. Pero en esta ocasión no fue así.
Entre los ocupantes del barco se encontraba también un tal Moore, uno de los que habitualmente cuidaban el faro y que se reincorporaba tras unas pequeñas vacaciones. Moore fue el primero en preocuparse al sentir que algo no iba bien. Días atrás habían sufrido una terrible tormenta y desde entonces no se veía la habitual luz del faro. Además la niebla aún era densa, creando así un ambiente muy inquietante. Temía que algo le hubiera ocurrido a sus tres compañeros.
A medida que el Hesperus se acercaba, lanzaba señales destinadas a que fueran contestadas por los fareros, pero ninguna obtuvo respuesta. Ya estaba claro, algo les había sucedido.
Ya en tierra, y siempre bajo el mando del capitán Helman, unos cuantos hombres, entre los que se encontraba Moore, se acercaron hasta la puerta misma del faro. Moore tocó pero nadie contestó. El silencio del lugar resultaba ensordecedor. Tuvieron que derribar la puerta para poder entrar en su interior ya que la puerta estaba cerrada con llave…
Allí todo estaba en orden, no había rastro o pista alguna sobre lo que le había ocurrido a los tres encargados del lugar. Tan sólo el reloj, el reloj que se había detenido justo a las 9:30 y una silla tirada hacia atrás, como si el que estuviera sentado se hubiera levantado precipitadamente.
No tardaron mucho en encontrar el diario del encargado principal, Ducat, y vieron que había escrito por última vez a las 9:00 horas del día 15 de diciembre. ¿Qué es lo que había ocurrido con los tres fareros?.
Con esa angustiosa incógnita partió de nuevo el Hesperus, dejando el faro al cuidado de Moore, que siguió recorriendo e investigando tanto en el interior del faro como por el resto de la isla, incluyendo la casa y la capilla, ya en ruinas y abandonadas, que se hallaban no muy lejos del faro. Unos días después la propia Armada Real Británica se presentó dispuesta a realizar una profunda labor de investigación.
Descubrieron entonces que los equipos especiales para días de tormenta no estaban, que sólo quedaba el otro de los fareros, Mc Arthur. Además la enorme y pesada grúa que se hallaba instalada en el embarcadero había sufrido movimientos violentos, quizás consecuencia de la fuerte tormenta de días atrás. Por ello las primeras teorías apuntaban a que alguno de los hombres pudo ser arrastrado por una ola de gran magnitud que golpeó la costa, probablemente Mc Arthur, y que los demás, Ducat y Marshal, se ahogaron con él al intentar salvarlo. Pero lo que no se entendía era que cómo iba a ocurrir un final tan trágico si por todo el muelle existían salvavidas y sogas a las que agarrarse.
La cuestión es que nunca se encontró rastro alguno de ellos y, por ello, nunca se ha podido explicar su desaparición. Por cierto, cuentan que Moore, que siguió cuidando el faro en soledad, enloqueció un año después… ¿la soledad y la pena acabaron con su equilibrio mental?, ¿o terminó creyendo lo que decían los habitantes de las islas Hébridas sobre que la isla estaba encantada y que una terrible criatura marina había devorado a sus compañeros cuando huían de un espeluznante ser de otro mundo?.
El faro de la isla de Eilean Mor aún hoy sigue en funcionamiento. Eso sí, desde 1971 es totalmente automático y en la isla ya no vive nadie… ¿o si?.
40. Edgar Allan Poe y el misterio de Mary Rogers
Corría el año 1841. Era un precioso día de verano cuando se encontró, flotando en el río Hudson, New Jersey, el cuerpo de una mujer llamada Mary Cecilia Rogers, de 21 años.Por supuesto, el caso causó gran revuelo y enseguida empezaron las investigaciones. El primer sospechoso fue su casero , en cuya compañía solían verla algunas tardes. Anderson, que así se llamaba, no tenía coartada para aquel día, pero se libró de los ojos acusadores cuando estos se posaron en David Payne, prometido de la malograda joven. Payne sí que confesó que la había visto la misma mañana en que desapareció pero negó ser el culpable. Pero mas tarde se suicidaría en el mismo lugar donde supuestamente había matado a su novia, dejando una nota de autoinculpación.
Pero la policía no la creyó: Payne tenía una buena coartada.
Así pues, las investigaciones siguieron su curso…
Uno de los fieles lectores de la prensa y seguidores de este misterioso caso era el mismísimo Edgard Allan Poe, de 32 años por aquel entonces. Había escrito ya “Los crímenes de la calle Morgue” y creado a su Inspector Dupin y, basándose en el crimen de Mary se puso a escribir. Eso sí, hizo algunos cambios: Mary Rogers sería Marie Rogêt, Nueva York lo transformó en París y el río Hudson en el Sena.
La obra titulada “El misterio de Marie Rogêt” sirvió a Poe para realizar un análisis riguroso y exhaustivo de todos los datos y pruebas que había del caso. El Inspector Dupin demuestra que el asesino es sólo uno, (se llegó a pensar que era una banda de delincuentes), e incluso señaló a alguien: a un oficial de la marina al que no se había visto con la protagonista en tres años, cuando regresara de pasar con él varias semanas. Ahora bien, no llegaba a ponerle nombre, sólo decía que era un hombre moreno.
Tras la publicación de este relato, comenzó a correr el rumor de que Poe sabía demasiado, que había hilado sospechosamente bien los hilos y que como frecuentaba asiduamente Nueva York, era él quizás el responsable del brutal asesinato.
Su reputación no lo ayudaba mucho pues la vida de este escritor no era fácil: cuidaba de su esposa enferma de tuberculosis, intentaba superar su alcoholismo y su adicción a las drogas y su economía no iba nada bien. Además, sus personajes eran macabros y se abandonaban a sus bajos instintos, lo cual parecía revelar el lado oscuro del carácter de Poe.
Pero todo quedó en meras especulaciones…
Llama también la atención que antes de la tercera entrega, (se publicó de tres veces entre noviembre de 1842 y febrero de 1843), Poe modificara ciertos datos adaptándolos aun más a la realidad.
Dos años después, y con la intención de sacarlo de nuevo a la luz pero esta vez como libro, hizo aun más cambios: Marie Rogêt había muerto como consecuencia de un segundo y desastroso aborto realizado también por el “oficial” moreno. El primero había sido tres años atrás.
Y eso es lo que terminó creyéndose que le pasó a Mary Rogers, que murió tras una intervención que la dejó mal parada. Este crimen no llegó nunca a ser resuelto.
Por su parte, y quizás intentando defenderse, Poe explicó en su día que el propio hombre moreno había confesado pero que, por respeto a la familia, no quería ahondar en detalles ni revelar todo lo que sabía.
Fuente: 20minutos.es
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